Desde mi observatorio: despegue y llegada de los aviones, predicción de tormentas, mala visión de los volcanes, un Ajusco despejado. Todo, a lo lejos, enfrente miro el bosque de árboles chaparros, canteras mármoles, cruces y ángeles más una réplica en miniatura de la Santa Capilla de París. Es el viejo Panteón Francés, una mancha verde gratamente ingrata.
Un día recordé que allí, un mediodía de 1940 (¡Dios mío,
hace treinta y tres años!) enterramos al gran dios musical Silvestre Revueltas, y que Pablo Neruda levó su Oratorio menor. (Silvestre murió de lo mismo que López Velarde: un descuido, una pulmonía). Pues ese primer término arbolado, recordar al Silvestre de la cervecería de Braulio -sobre todo cuando Braulio tuvo "El Riel", allá cerca de la calzada de la Ronda; a Silvestre en casa de Pablo; al Silvestre y al maestro Moncayo acompañando Amor Perdido de Avelina Landín
con sus violines; al Silvestre Revueltas dios, en una palabra, me llevó a escribir un poema titulado: "Cementerio Verano".
Salió de un tirón, con fecha 3-4 de julio. Lo envié en exclusiva a la revista de la UNAM, en sobre dirigido al licenciado Diego Valadés, director de Difusión Cultural. Pues bien, el martes 17, Radio Universidad transmitió Janitzio, de Silvestre, un poema sinfónico escrito en 1933 y una de las composiciones más brillantes y alegres de Revueltas. El estreno mundial tuvo lugar en Bellas Artes el 8 de diciembre de 1933, con el compositor al frente de la Orquesta Sinfónica de México. El éxito fue tal que Janitzio tuvo que incluirse en el último concierto de la misma temporada.
Poco después, me entero que el maestro Eduardo Mata está ensayando Redes, con la Orquesta Sinfónica de la Universidad. Casi al mismo tiempo, Ana Sokolov monta el "Homenaje a Federico García Lorca", con música de Silvestre, que, sospecho, son las Siete canciones que el maestro llevó a España en 1937.