Del festín al alboroto: forma y narrativa en
El renacuajo paseador de Silvestre Revueltas
Ricardo
Miranda
Vista desde un cierto ángulo, la historia de El
renacuajo paseador semeja una metáfora del quehacer musicológico
en torno a Silvestre Revueltas: un festín en el que
la francachela y la comilona están aseguradas por la fama de
su autor; o por decirlo de otra forma, un terreno al que pocos parecen
resistirse a incursionar en virtud del obvio impacto de la música
y su prestigio hasta cierto punto canonizado: escribir sobre
Revueltas es ir a la segura, y en principio no parece haber
ninguna razón para explicar por qué se elige la música de este autor para
ejercer alguna lectura o interpretación. Pero al igual que en la
historia referida, el ejercicio de leer a Revueltas desde la
musicología tiene sus peligros y es relativamente fácil -por decirlo de
algún modo- caer en las entrañas del pato revueltiano y dejarse
llevar por lugares comunes o procedimientos consabidos. [1]
Así pues -parafraseando a cierto personaje de García Lorca- puede y
suele llegarse a Revueltas desde distintas perspectivas e
intenciones. Como si su música fuera aquel maravilloso jardín que Alicia
contempla varias veces sin poder entrar, parecería que hay múltiples
puertas de acceso cuya llave es necesario encontrar y que cada uno
de quienes han escrito al respecto, han hallado su propio umbral,
la puerta de su propio tamaño y su consiguiente brebaje
para acceder al jardín. En el caso particular de El
renacuajo paseador encuentro una botella que decía "bébeme" al notar una singular e
importante afinidad entre José Rolón (1876-1945) y Revueltas:
fueron estos dos músicos quienes crearon las grandes obras para niños
del siglo xx mexicano y el estudio de El festín de los enanos
(1925) implica una serie de interrogantes sobre forma y narrativa
cuyas respuestas pueden indagarse y ser llevadas a otras
obras semejantes. De tal suerte, si L'apprenti sorcier (1897)
de Paul Dukas (1865-1935) es una referencia obligada para entender a
Rolón, El renacuajo paseador se inscribe con entusiasmo en
este singular conjunto y la pregunta que define metodológicamente el
estudio de las obras referidas es del