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La siguiente tabla sirve para ilustrar las colecciones de notas que
Revueltas utiliza en los primeros compases: las notas utilizadas
en el compás indicado en la columna de la izquierda aparecen en
cuadros grises en el renglón respectivo (las notas de los cuadros
blancos no intervienen en ese compás). [Tabla
1]
Como puede verse, desde el
segundo compás se observa una tendencia a la saturación cromática.
Esto no quiere decir que no exista durante la pieza un claro sentido
de direccionalidad armónica, la obra no es atonal
sino simplemente postonal. Este tipo de repertorio, el cual integra la mayor
parte de las obras producidas en el siglo XX, requiere del compositor
un manejo sólido, y a la vez sutil, de las relaciones entre los
tonos, especialmente en las cadencias que articulan la
obra.
Los puntos de articulación de una pieza musical no pueden ejercer
relaciones entre notas, ritmos y timbres que no hayan sido
preparados durante el transcurso de las secciones que integran la obra. Si
el peso de los elementos que componen
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las cadencias no emana del flujo musical, éstas suenan
como interrupciones musicales artificialmente añadidas en ciertos momentos de
la pieza (y en ocasiones esto es precisamente lo que el autor
intenta).
Resulta particularmente interesante observar la
estructura formal de la música comprendida entre los compases 12 al
23, así como la relación que guarda este pasaje con el comienzo y con
el final de la canción. Podemos percatarnos de que la sonoridad que
precede al último Sol de la pieza (ejemplo 3) aparece también en el
compás 12 y en el 21 (ejemplo 5), en la versión para ensamble de
cámara este acorde es también idéntico en timbre.
[Ej. 5]
Desde el
punto de vista de direccionalidad melódico-armónica, cuando
llegamos al compás 12 ya hemos escuchado con un énfasis especial el
vínculo entre Fa sostenido y Sol en los compases 6 y 7. Posteriormente ,
se escucha en el compás 12 el final de la primera frase
vocal,
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