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Pudo haber sido decisión de Jule permanecer en Chicago y no seguir a Silvestre a México o reencontrarse con él mas adelante, pero a todas luces sus problemas maritales eran profundos. Una carta de él revela diferencias irreconciliables de visión social. En esa carta describía la ideología de ella como basada "en las concepciones sociales y éticas de la burguesía", mientras la suya procedía "del pueblo, de los trabajadores, los oprimidos y los explotados". [37]
De haber permanecido en Chicago, el futuro de Revueltas sin duda habría sido otro. Sin embargo, las puertas que se le habían abierto en México contribuyeron de manera importante a su éxito artístico. Después de que también en San Antonio se evaporaran las fuentes de trabajo en el cine silente, Revueltas retornó a México como director asociado de la Orquesta Sinfónica Mexicana, recién formada por Chávez. Éste también le había ofrecido el puesto de profesor de violín en el Conservatorio Nacional y de director de su Orquesta. Sería el principio de una carrera meteórica y de amplio reconocimiento como compositor.
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En una carta que Silvestre escribe a Jule a principios de 1930 le dice que "Desde que te dejé, mis pensamientos y esfuerzos han estado constantemente dirigidos al mejoramiento de mi carrera, a encontrar una posición en la vida que al mismo tiempo le fuera útil a los demás, y me permitiera también hacerme cargo adecuadamente de nuestra hija." [38] Aunque su salario es magro, "un salario que cualquier vendedor ambulante puede conseguir en Estados Unidos", escribía, "puede permitirme darle a Carmen, aquí, una vida y una educación tan buenas como las que puede tener en cualquier otro sitio. Hay buenos colegios norteamericanos e ingleses [en la Ciudad de México], lo mismo que buenos maestros de música y de piano." Él sentía que México le ofrecería a Carmen horizontes más vastos y una visión más generosa de la humanidad y sus problemas, además de una huída del ambiente musical de Chicago que consideraba "vacío de todo su significado artístico". [39]
Su carta a Jule de mayo de 1935 dice: "¡Qué espléndido que Carmen quiera venir, ¿y quién no querría a su edad ver nuevos horizontes?" Silvestre describe su propia vivienda como
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