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Pero fue su encuentro con Carlos Chávez, quien hacía poco había regresado de Nueva York (marzo de 1924), el que tendría un efecto más profundo y duradero en su crecimiento musical.
Chávez había pasado cuatro productivos meses en Nueva York. A su regreso inauguró una serie de Conciertos de Nueva Música con un concierto de música de cámara efectuado el 20 de julio de 1924. En dicho marco estrenó música de los compositores más progresistas de la época, tales como Stravinsky, Debussy, Falla, Schoenberg, Poulenc, Auric y la suya propia. Aunque Revueltas no participó en los primeros tres conciertos de esta serie, sin duda sabía de ellos. En una entrevista con José Antonio Alcaráz, Chávez relató cómo lo había impresionado la interpretación de Revueltas de sonatas de Haendel y Beethoven, así como de la Sonatina para violín y piano del propio Chávez. Por aquél entonces Revueltas tenía planeado regresar a Chicago, decisión que posiblemente le excluyó de participar en dicha serie de conciertos. [28]
Para fines de 1924 Revueltas había vuelto a Chicago y se había reincorporado al trabajo en los teatros. El 13 de
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diciembre Revueltas escribe a Chávez de su retorno a aquél paisaje urbano "gris y blanco", en donde le esperaban Jule y su hija. Para enero de 1925 logró poner al corriente sus cuotas sindicales, atrasadas hasta un 80% en los cuatro trimestres transcurridos, pudiendo así reintegrarse de lleno al trabajo en Chicago. Sin embargo, en una segunda carta a Chávez (13 de febrero de 1925) le confiesa cuán desesperadamente extraña al "infernal México". "Aunque este lugar no vale nada", le dice, "hay que trabajar por no tener nada mejor que hacer". En dichas cartas también le comenta que está estudiando partituras de Respighi y Falla. [29] Había encontrado trabajo, pero sobre el horizonte laboral se ceñía ahora una nube. El futuro del empleo en las orquestas de foso en Chicago era desalentador.
Relata el cronista William Howland Kinney que ya por 1925 los músicos de Chicago sabían de la amenaza que representaban ciertos inventos provenientes de la Ciudad de Nueva York. Se trata de las nuevas tecnologías comercializadas por Vitaphone y Movietone, que hacían posible la incorporación mecánica de sonido al acetato de un filme. [30] El mismo autor reporta
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