Foro Virtual Silvestre Revueltas
   
 
 
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su vida las mismas proporciones que su obra: pienso más que
nadie en Balzac.
Pero, por fin, lo que tanto esperaba: el concierto, varias
obras suyas para pequeña orquesta, dirigidas por él, en un
salón de los Amigos de México, y en Madrid. ¡En Madrid!
Colorines, Homenaje a Federico García Lorca, El renacuajo
paseador
, Himno de los mexicanos combatientes en España. Éste
era el programa. Luego, en el mitin del teatro de la Comedia,
dos obras grandes: Caminos y Janitzio. Bastaba. Casi
demasiado para conocerle. Con sólo el Homenaje a Federico y
El renacuajo me hubiera dado cuenta de lo que es este hombre,
de su inmensa capacidad y talento, de lo mexicano y universal
de su música. Muy mexicana su música, nada localista;
popular, pero sin transcripciones. Lo que Manuel de Falla
hizo con lo andaluz, con lo español -más aún en su última
época-, logra Silvestre Revueltas con el acento de su país, y
de manera magistral. Toda esa atmósfera nocturna, burlesca y
triste de las "carpas", los teatrillos arrabaleros de
México; todo ese latido poderoso y bárbaro de las pirámides,
de los montes, de los grandes cielos y las flores inmensas,
lo antiguo permanente, el hoy grave y esperanzado, está en su


 

música, con una sabiduría y rigor ejemplares. Octavio Paz, un
jovencísimo poeta, para mí ya una realidad de la verdadera
poesía mexicana, pronunció aquí, en Madrid, sobre su
compatriota, palabras justas, valorizadoras. Una de las
condiciones primordiales de Revueltas es su gracia, la burla
sana y fuerte que corre de pronto por su música. Es ese
colaborador ideal que tantas veces ha soñado uno para las
farsas teatrales, para la sátira cruel y la patada en el
trasero. No creo que ninguno de nuestros músicos españoles
recientes esté dotado para esa vena, tan rica y necesaria
hoy. Oyendo a Silvestre Revueltas, saltándoseme los pies y
las manos, me he sentido de súbito sobre una escena, la del
alfilerazo y la puya, persiguiendo a escobazos a nuestros
enemigos, despertando a la vez en la gente la cólera y la
risa revolucionarias.

Bienvenido a Madrid, a este hondo corazón de España, viejo,
nuevo y silvestre todavía, este Silvestre mexicano, hombre,
artista, que en medio de nuestra tremenda lucha nos deja una
profunda estela de optimismo, de potencia, de genio.

 
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