Foro Virtual Silvestre Revueltas
   
 
 
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Amigos, un saludo, en Madrid, a Silvestre Revueltas.
Músico muy mexicano y muy universal.

Rafael Alberti

Conocí a Revueltas en México. Un día, en medio de una calle.
"Gran director de orquesta, gran compositor", me dijeron.
Durante mi estancia de siete meses en su país no tuve ocasión
de oírle, de verle dirigir al frente de sus hombres, de
comprobar aquella afirmación. Cuando nuestro II Congreso de
Escritores Antifascistas, en julio de este año, oí decir a
alguien: "Entre la delegación mexicana viene tambié n un
músico: Silvestre Revueltas". Me acordé entonces de él, de
nuestro solo encuentro, una tarde, creo que de agosto, en su
ciudad: un hombre ancho, grueso, de cara y ojos bonachones,
despechugado, sin corbata. El mismo, el exacto que volví a
hallar en Valencia, que vi luego en Madrid. ¿Cómo será
posible un músico tan grueso, un gran músico sobre todo? Esta
pregunta, bastante tonta y frívola, que yo mismo me hacía, me
tuvo algunos días algo inquieto, vigilante. Estaba deseando
deshacerme de ella. Era idiota, lo confieso, y má s aún
sabiendo que muy grandes artistas alcanzaron físicamente en



 

su vida las mismas proporciones que su obra: pienso más que
nadie en Balzac.
Pero, por fin, lo que tanto esperaba: el concierto, varias
obras suyas para pequeña orquesta, dirigidas por él, en un
salón de los Amigos de México, y en Madrid. ¡En Madrid!
Colorines, Homenaje a Federico García Lorca, El renacuajo
paseador
, Himno de los mexicanos combatientes en España. Éste
era el programa. Luego, en el mitin del teatro de la Comedia,
dos obras grandes: Caminos y Janitzio. Bastaba. Casi
demasiado para conocerle. Con sólo el Homenaje a Federico y
El renacuajo me hubiera dado cuenta de lo que es este hombre,
de su inmensa capacidad y talento, de lo mexicano y universal
de su música. Muy mexicana su música, nada localista;
popular, pero sin transcripciones. Lo que Manuel de Falla
hizo con lo andaluz, con lo español -más aún en su última
época-, logra Silvestre Revueltas con el acento de su país, y
de manera magistral. Toda esa atmósfera nocturna, burlesca y
triste de las "carpas", los teatrillos arrabaleros de
México; todo ese latido poderoso y bárbaro de las pirámides,
de los montes, de los grandes cielos y las flores inmensas,
lo antiguo permanente, el hoy grave y esperanzado, está en su

 
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