programa de "orquesta sinfónica" y uno de "pequeña orquesta",
y en
este último, el compositor consideró incluir a
El
renacuajo
paseador. Aunque, al final, sólo se dio entonces un
concierto y
nuestra pieza no se incluyó en él, podemos
concluir, por lo menos, en
qué versión estaba pensando
Revueltas para su ejecución:
presupuestó en 1938 un flautín,
dos clarinetes en Si bemol, dos trompetas,
trombón y tuba;
cuatro percusionistas, ocho violines primeros, ocho
violines
segundos y cuatro contrabajos, con opción de descontar
un
percusionista o un contrabajo. Es decir, la dotación de
la
versión de 1936, con las cuerdas duplicadas.
El renacuajo
paseador regresó a la vida sonora en 1940,
cuando se integró por fin
a la escena; su integración,
empero, no fue con los títeres, sino
con bailarines de carne
y hueso. En ese mismo año se fundó la
compañía de danza La
Paloma Azul con el concurso de Anna Sokolow y de
destacados
exiliados españoles, entonces recién llegados a nuestro
país.
Sokolow le pidió a Revueltas la música para una coreografía
y
éste, más bien, encontró la posibilidad de dar por fin la
salida
escénica que siempre había querido dar a su querida