consumar
al hombre, para libertarlo y restituirlo en su más
alta y sagrada
dignidad.
Mas cae España: se dice en pocas
palabras.
Sin embargo, Silvestre no podrá recuperarse del infinito
dolor que
esto le causa. Ha perdido hijos, ha perdido
hermanos, ha perdido a su
madre, pero jamás pensó perder a
España. Sólo le es posible
comprenderlo con el entendimiento
con que está acostumbrado a entender
las cosas, que es el
entendimiento de la sensibilidad, ése que no
puede menos, a
despecho de todo, que predominar en un artista, y se
niega a
aceptar que así deban ser los hechos. Puede entender
el
problema políticamente, se lo puede explicar desde todos los
puntos
de vista y con todas las razones lógicas, pero su alma
no está
conforme, su corazón no accede a resignarse, y lo
peor, a encontrar las
fuerzas nuevas con las cuales nutrirse
y alimentar de nuevo la
esperanza.
Silvestre no es un político, no se ha construido en
esa
militancia que endurece y templa el espíritu, y lo hace