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más inaparentes y mejor apreciadas por la gente de buenas
costumbres, mientras hay alguien que escribe música.
Mientras hay alguien que compone esa música, que aún será
escuchada -y no para charlar, ténganlo por seguro-, mucho
tiempo después que ni de ustedes, ni de sus hijos, ni de la
descendencia de éstos, se guarde ya la más insignificante
memoria en sitio alguno.

Justamente por, ser Silvestre tan violento y apasionado
antifilisteo, es preciso dejar establecido, con claridad
absoluta, que tampoco era de aquellos que con toda su sana,
retorcida y turbia intención, presumen de pasar inadvertidos,
y se colocan, con caras compungidas -pero a voz en cuello-,
en los segundos planos, alimentando la inconfesada esperanza
de que se les llame, un día con otro, a reparar la imaginaria
injusticia de que se habrá hecho víctima a su secretísimo y
escondido talento.

Del mismo modo que los otros, los impostores de la grandeza,
a Silvestre le repugnaban estos lamentables pordioseros, los
impostores de la pequeñez y la penuria intelectuales, los



 

profesionales de a modestia, quienes en fin de cuentas, no
aspiran a mejor cosa que ser bien utilizados -y retribuidos-,
por los intrigantes y arribistas, que en ellos encuentran
siempre su mejor apoyo.

En la vida y actitud enteras de Silvestre no hay nada que
indique la menor inclinación hacia esta, ni ninguna otra,
falsa o verdadera modestia, palabra ya tan deplorable -y
sospechosa-, desde el momento en que se enuncia. Silvestre no
descendía a ser modesto. Era, con radical, agresiva
inmodestia -pero con la más genuina legitimidad-, un espíritu
sagrado, humildemente orgulloso, sin vanidades de ninguna
especie, atormentado en el fondo por cierta turbadora
consternación ante la culpa de saberse dueño de excepcionales
dotes creadoras, mas sin asombrarse por el hecho de tenerlas.
No le asombraba este hecho. Quizá tan sólo, simplemente, le
dolía.

Tenía una conciencia muy precisa, una noción muy exacta, que
aceptaba con tranquila naturalidad, aunque en cierto modo con
algo resignadamente triste y al mismo tiempo lleno de

 
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