En el caso del teatro, en donde lo que se propone el creador
no es tanto una teorización sobre este segmento de la vida
que se representa en un escenario y que pone a unos
personajes "en acto", el interés del dramaturgo se sitúa por
un lado entre la acción y los personajes. En el caso que nos
ocupa, los dramaturgos van a tomar como disparadero de su
creación, la figura histórica de Revueltas para transformarlo
en personaje literario.
Como sabemos, la materia prima del personaje se halla
vinculada a la realidad, pero esto, que parece sencillo, no
es tan fácil de realizar; ya que como dice Bentley: "no nos
es fácil recrear en el teatro aunque sólo sea una fracción de
la vida, el hombre de la calle ve que la vida se halla sobre
la acera y deduce que no sería demasiado dificultoso tomar
algunos trozos como con una pala y arrojarlos sobre el
escenario. Pero ¿qué es lo que vemos sobre la acera? ¿Vemos
acaso lo que ve una cámara? ¿Pero qué clase de cámara? ¿Con
qué tipo de lentes? Sin mucho rigor calificamos de
fotográfica toda versión más o menos minuciosa". Dicho así,
la relación entre el hombre de la calle y el dramaturgo sería