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Los diálogos están casi siempre puestos entre comillas, pero
la articulación de ellos sí crea una ilusión teatral. Cuando
el otro le pregunta
-¿Y dónde dejaste tu silla?
-¿La de ruedas que un grupo de estudiantes me obsequió? Mi
esposa la vendió para costear mi funeral. Mencionas mi
invalidez con intención mordaz y te digo que es inútil que a
esa herida le eches sal. ¿No ves que ya no soy un inválido?
Pero tú permaneces en tus trece: venenoso.
La obra, finalmente, termina con una especie de reencuentro
entre el genio y "el otro" en el cual la virulencia de la
relación se ha ido debilitando, y cada uno de ellos, de
alguna manera, admira las características del otro.
Finalmente aparece un último personaje: la madre del genio,
que llega en el momento en que está agonizando y lo lleva con
ella. Tal vez a un lugar donde no exista la envidia, el
desaliento ni el desamor.
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Cómo citar el texto:
REVUELTAS Eugenia, "Silvestre, un personaje dramático", en
Memoria. Revista mensual de política y cultura, núm. 130, CEMOS,
diciembre de 1999. [Documento
electrónico disponible en
www.fororevueltas.unam.mx]
Consultado el dd/mm/aaaaa
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