Foro Virtual Silvestre Revueltas
   
 
 
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como una fotografía enmarcada, estática, lejana.
La obra pone de manifiesto la soledad y la imposibilidad de
comunicación. Es singularmente evocadora la alternancia entre
una escena de las del espacio onírico, en la que Revueltas
dice a su mujer que ya no hay nada que temer y que si todavía
lo quiere, vaya, pues la extraña con toda el alma, y la
escena cotidiana de la espera en el jardín en donde todos
reciben alguna visita, menos una de las locas y Silvestre.

Los autores van creando un ámbito de tensión dramática en
forma convincente sin llegar a lo melodramático, pues hay
atisbos de humor que el mismo texto de Revueltas les permite
reelaborar:

La espera languidece. Incluso CECILIA desiste de su acecho
para acosar un rato a SILVESTRE.

-Usted es puro cuento, no es músico ni nada, por eso nadie
viene a verlo...


 

En lo que él se la quita de encima, suena la campana que
clausura la hora de visita. El jardín se va despoblando.

HORTENSIA se topa con SILVESTRE y le regala una estampita:

-Es Santa Rita de Casia, patrona de imposibles.

-Así pues, todavía tengo esperanza.

Finalmente, el personaje sale del Sanatorio y en ese momento
la línea onírica y la línea de la cotidianidad se funden; al
no encontrar a nadie que lo espere para llegar a casa,
Silvestre camina por las calles de la ciudad hasta llegar al
edificio de departamentos y se encuentra frente a la puerta
cerrada. Es interesante ver cómo los autores manejan el icono
puerta cerrada o abierta, que si en la primera escena
corresponde a la puerta abierta, aunque desolada de la casa
familiar, en esta ocasión, y como última propuesta, lo que
Revueltas encuentra es una puerta cerrada a la cual desiste
de llamar mientras sigue tarareando alguna melodía que tal

 
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