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esta obra lo que interesa es crear una imagen de Revueltas en
la cual los procesos de la ficcionalización nos ayuden a
comprender más al personaje. Los índices escénicos sugeridos
crean atmósferas muy densas en que la constante sería una
serie de ausencias, desencuentros, de expresión de
sentimientos que yacen sumergidos en el personaje protagónico
y en la serie de mujeres que lo rodean.
Otros índices, en el plano estructural de lo onírico, son un
pueblo del norte que nos remite generalmente a la infancia
del personaje, espacio en el cual auditivamente se sugiere un
tamboreo en ostinato; el segundo espacio es la Ciudad de
México en la noche, por la que en un proceso de
desdoblamiento, Silvestre camina por la noche. El tamboreo
persiste; dentro del espacio estructural de la cotidianidad,
todo se remite al Sanatorio del doctor Falcón en diferentes
espacios: el comedor, los dormitorios y el jardín. A partir
de esta situación, se narra dramáticamente el tramado de
relaciones entre Revueltas y las diferentes mujeres que lo
rodean: las enfermas y sus enfermeras que son presencias
vivas del universo que lo rodea, y Angela que aparece más
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como una fotografía enmarcada, estática, lejana.
La obra pone de manifiesto la soledad y la imposibilidad de
comunicación. Es singularmente evocadora la alternancia entre
una escena de las del espacio onírico, en la que Revueltas
dice a su mujer que ya no hay nada que temer y que si todavía
lo quiere, vaya, pues la extraña con toda el alma, y la
escena cotidiana de la espera en el jardín en donde todos
reciben alguna visita, menos una de las locas y Silvestre.
Los autores van creando un ámbito de tensión dramática en
forma convincente sin llegar a lo melodramático, pues hay
atisbos de humor que el mismo texto de Revueltas les permite
reelaborar:
La espera languidece. Incluso CECILIA desiste de su acecho
para acosar un rato a SILVESTRE.
-Usted es puro cuento, no es músico ni nada, por eso nadie
viene a verlo...
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